Pero no estaba allí, era mentira, estaba pensando en ella. Ella que fue su rutina, y sus buenos días; ella por la que luchó, todos los días; ella que sonreía y no mentía al decirle que le quería; ella que no soy yo, ella que es ella.
Y dejando en el andén mis ilusiones vencidas. |
Yo estaba rota, sufría del momento de apagón generalizado, como cuando se te cae el teléfono móvil al agua y se queda la pantalla blanca antes de apagarse, para siempre, así estaba. No podía llorar, no quería; no podía sonreír, me dolía. Y así el dolor era tan fuerte que sometía cada fibra de mi ser, acosaba mis sentidos y se escondía en cada rincón de mi cuerpo para que no pudiera zafarme de él. Otra vez, este sentimiento que rompe en dos, o en tres. Quien sabe. Lo tenía delante, podía tocarlo y despedirme.. Yo no quería despedirme, aunque no pensara en mi, ni me quisiera, aunque fuera ella.. No quería, y entonces, me levanté y me fui corriendo, dejando atrás el sueño de mi vida, y mis ilusiones, una vez más, vencidas.
Cuando estaba lo suficientemente lejos, miré atrás un sólo segundo, y ahí seguía mirándome.. pero no se levantó, se quedó ahí, preguntándose dónde estaría ella, y eso fue lo que más me dolió, ni si quiera entonces, era yo.